43 crimenes
Cada uno de los casos que siguen plantea un problema que los lectores están invitados a resolver.Llegar a la solución requiere astucia, atención y sentido común, pero los problemas no contienen trampas, de modo que si se dice: «El laboratorio nos informa que la muerte de la señora Randall ocurrió hace unas seis horas», la solución no será que en el laboratorio se han equivocado y la pobre señora Randall acaba de morir. Sí pueden mentir, claro, los criminales, pero el lector siempre tendrá una leal oportunidad de descubrirlos.
Suele, además, en muchos acertijos, haber una cuota de «ruido», datos no relevantes que están allí para esconder la información sustancial: su tarea, lector, como la de los detectives reales, será justamente separar el trigo de la paja y llegar a lo que verdaderamente importa; a veces, un detalle simplísimo que, si no se presta atención, pasa inadvertido. Hay problemas más fáciles y más difíciles, y están mezclados a lo largo del libro; por otra parte, según el tipo de «mente» de cada uno, lo que es difícil para uno es sencillo para otro. Aquí descubrirán ustedes qué tipo de detective son: si el más inclinado a correlacionar datos lógicamente, si el más hábil para pescar las mentiras de los estafadores… En cualquier caso, quien resuelva la mitad más uno de los problemas incluidos puede considerarse un avezado sabueso. Las soluciones se encuentran en las últimas páginas del libro. Y no más advertencias; ahora, van a entrar en el rudo mundo del crimen… ¡Alerta, y buena suerte!.
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