La llamaban por muchos nombres. Jalizar. La Ciudad de los Ladrones. La Flor Podrida del Norte. Jalizar la de las Torres Grises, Jalizar la de los Poetas. Anenda, aunque hacía mucho tiempo que murió el último que usó ese nombre. Pero fuera cual fuera el apelativo, la ciudad trataba a todos sus visitantes por igual, como un amante cruel: los atraía, los seducía con sus encantos, les ofrecía cualquier sueño imaginable y luego los utilizaba para sus propios propósitos, para por último deshacerse de ellos como si fueran juguetes rotos. Jalizar la Cruel. Tal vez ese sería un término más adecuado. Y aun así, hombres y mujeres seguían acudiendo a ella, atraídos por su deslumbrante atractivo, que ocultaba una podredumbre hedionda. ¿Por qué? Ni el mayor de los sabios conocía la respuesta.
-Agradecimientos eternos a Teotimus por compartir esta joya. Y un millón de gracias a Alex Werden por dármela a conocer! Thanks a lot!-
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